viernes, 31 de julio de 2009

Caña con ruda

A Miguel lo conocí allá por el 93, cuando yo era empleado de comercio y el trabajaba "preparando a los difuntos" en una renombrada cochería de Rosario.

No perdía la ocasión de comentar los pormenores de su trabajo a cualquiera que preguntara, y si no lo hacían, él, se los describia igual. Me decía que lo más divertido de las despedidas era cuando todos se "hacían los boludos" con tal de no estrecharle la mano.

Años más tarde sufrió un terrible accidente que lo postro en una cama.

Este tucumano, fanático de River, dueño de un humor a prueba de toda adversidad, fue mí vecino unos años, tiempo donde forjamos una linda amistad. Fue él, quien me inicio en el ritual de tomar Caña con Ruda el día dedicado a la "Pachamama".

Miguel no se privaba los 1° de Agosto de su copita de caña con ruda. Era, me decía, para no enfermarse, para seguir luchando un tiempo más. Además de invitarme los "tres trago" de la "espirituosa" bebida cada inicio del mes dedicado a Octavio/Augusto me recordaba que ese día no se podía hacer fuerza, so pena de tener todo un año plagado de contracturas, dolores musculares y demás dolencias.

Hace ya cuatro años que Miguel no esta más entre nosotros, y quería, en esta día especial, contarles esta pequeña historia.

Esta entrada pretendía dos cosas: contar sobre esta milenaria costumbre, y recordarlo a Miguel. Dice Norberto Bobbio al hablar de "los que ya no están" en su Libro De Senectute: a los muertos "...En el momento en que los llamas a tu mente los revives, al menos un instante, y no están muertos del todo, no han desaparecido completamente en la nada..."

miércoles, 22 de julio de 2009

La magia y la Rhodesia


Doña Pascua hablaba lento, con paz. A ella la visitaba todos los fines de semana Ramiro, que era hijo de unos amigos de su familia. Este pibe fue mi salvo conducto para ingresar a la casa "mágica" de mi vecina.

Dos cosas me llamaron la atención cuando entre a su casa. La primera fue un televisor color (cosa difícil de encontrar allá a principios de los ochenta) que tenía control remoto. El pequeño instrumento era un rectángulo de madera con una almohadilla cubierta por una especie de enrejado (similar a los que envuelven a los micrófonos). Al ser presionado emitía un ruido como el que hacen los juguetes de los bebes. Ese sonido servía para cambiar los canales. "Sin dudas era magia..."
Pero eso no era todo cuando Ramiro aplaudía o golpeaba el piso y el televisor tambien cambiaba el canal.

Lo segundo que me llamo la atención y que recuerdo con más cariño es que en el modular tenía atesorado golosinas.
Después de jugar, Ramiro se acerco a Pascua y le: - dijo tenés masitas?. Pascua fue al modular y saco dos Rhodesias. Yo no entendía como sabía que ese día iba a ir yo tambien a visitarla. Sin duda todo era magia.

jueves, 9 de julio de 2009

Avant Premier

El cine en Rosario nace fines del siglo XIX. Desde sus inicios en los cafés (fines del siglo XIX), hasta mediados de la década de 1980 conmovió, convoco, cobijo, e ilusionó a los rosarinos.

El momento de auge y el declive de las exibidoras se dio en la década del 50 (
listado de cines por barrio). Había dieciocho cines en el microcentro, cuatro entre los bulevares y muchos más de veinte distribuidos por los barrios. En síntesis, uno, cada quince cuadras aproximadamente, con varias funciones por día, una cuadra de cola los días sábados por la noche y casi cien películas por día en la cartelera de toda la ciudad. Pero de 54 salas que funcionaban en 1955, diez años después quedaban 43, y en 1968 cerraron 18 más. La cuenta siguió restando. En el ‘71 los cines en Rosario eran 20, en el ‘73 eran 17 las salas en funcionamiento. En los ‘80s los cines se contaban con los dedos de una mano.

Entre ellos se encontraba el cine Coliseo (Av. Uriburu 1420)
Inaugurado el 28 de Agosto de 1937, esta sala se levantaba soberbia en un barrio donde las quintas predominaban en el paisaje. Privilegiado espacio de sociabilidad del pujante barrio “Uriburu La Guardia”, en sus comienzos no solo exhibía películas si no que alterno con espectáculos teatrales y la realización de los populares bailes de carnaval.

Luego de varias aperturas y cierres (tres en total) el “Coliseo” fue puesto nuevamente en funcionamiento el 26 de Noviembre de 1982 como parte de Exibidora “Monumental”.
El 28 de Setiembre de 1987, fue la fecha en la cual pasó a ser parte de los recuerdos de la populosa barriada de Tiro Suizo.

Así comienza mi proyecto de investigación sobre el cierre de los cines de barrio (*).

La pequeña Historia que hoy voy a compartir con ustedes da cuenta sobre las estrategias de resistencia que le opuso mi barrio al cierre de su cine.

Cuando el cierre del cine era inminente, otras corporaciones del barrio comenzaron a disputarle el terreno de proveer imágenes. La parroquia (primera proveedora de imágenes en el barrio, intento recuperar su espacio, pasando en la festividad de Pascua diapositivas sobre la Pasión. La otra corporación fue la comercial.

La dos heladerías de calle Uriburu (La Cumbre. Uriburu al 1400 y Pumpis Uriburu y Paraguay) contrataron, cada una, a un muchacho con un proyector de películas super 8.
Se sacaban los ojos por los clientes que raudamente cruzaban la "peligrosisima" avenida Uriburu (en aquel momento era una calle) a ver "que película empezaba".

Los estrenos estaban a la orden del día. El que traía la película mas nueva se llevaba la gente. Aliens: el octavo pasajero y La Profecía son las películas que recuerdo haber visto en La Cumbre, heladería de la que era habitué por su riquísimo dulce de leche granizado.

Hace unos años me reencontre con Marcelo, el muchacho que pasaba las películas en La Cumbre. Le conté mi trabajo sobre los cines del barrio, y le dije que me interesaba hacerle una entrevista.
Fue así como Marcelo me recordó un hecho ocurrido que ya formaba parte de mis olvidos. “La noche que Pumpis cerro"

Como había mencionado la batalla por el cliente era feroz entre estas dos heladerías, y la que tenia la película mas nueva se “ganaba la gente”.
Todo el barrio esperaba ver que nuevo prodigio montaban estos muchachos.
Así fue que una noche Marcelo consiguió la película que todo el barrio esperaba.
Él había conseguido la joya mas preciada allá por mediados de los ’80. La película
Rocky IV. (imágenes de la película)

El rumor de que la película estaba corrió como reguero de pólvora por cada rincón del barrio. Esa noche no alcanzaban las sillas dispuestas, los pibes se sentaron en la tierra, la gente “bonita” se quedo de pie, todos esperábamos ansiosos el fabuloso estreno.

Así fue que pasada las 23 hs se atenuaron las luces, y empezó Rocky IV.
Marcelo me contó que repaso con satisfacción la cara de las vecinas y vecinos del barrio, me contó que estaba hasta Doña Cora (la vieja del pasaje Piano que nos había reventado mas de diez pelotas). Pero se sorprendió mas al ver también a la familia que era dueña de Pumpis y al muchacho que pasaba las películas en la mencionada heladería.

Marcelo se pregunto, quien estará atendiendo en Pumpis, se dio vueltas y vio que la heladería estaba cerrada.

(*) A la deriba... el naufragio de los cines de Barrio.